Escribir para no escribir, solo darle un lugar, un espacio entre el tiempo ganado el perdido y tal vez el nunca elegido.
Escribir pensado en mi propia compañía como símbolo de ausencia.
La ausencia generada por mi propia compañía, el espacio del tiempo donde todo se confunde y confluye en el repentino abrir y cerrar de ojos.
Las palabras que explican, contienen la búsqueda de la razón.
Una razón lógica que permita descansar en el borde del camino.
La riqueza escondida como diamante perdido de la vida oculta tras las palabras escritas y las no dicha.
Cuando cada palabra se ha transformado en el terrible deseo del silencio mal entendido.
El silencio elegido con soberana libertad.
Escribir para no escribir, cuanta cosa se me ocurra, llamada por la reflexión mal entendida, la compañía mal entendida la soledad mal entendida.
Cuando todo comenzó a atarme al silencio, los imposibles recursos de incorporar la música de las palabras en mi vida ha sido la mayor dificultad para comunicarme.
Cuanto mal he entendido el silencio, cuanto silencio ha provocado el escribir por el hecho no escribir.
Sigue siendo la misma musa inspiradora, ella la soledad....
Incorporada en mi vida como dueña de todo mi ser, condenándome a escribir y escribir...
Siempre es igual me llama, recurre a mi pronunciando todas y cada una de las ausencias...
El querer abandonarla me recuerda que siempre esta aquí...
Ella esta aquí, conduciendo mi vida sin dejarme poder elegir la compañía..
Recursos mal entendidos confluye en los ríos que o me atrevo a nadar.
El agua que rige mi propio planeta, desprendido de cosas, cosas cosas.
domingo, 1 de abril de 2007
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